viernes, 1 de abril de 2011

Dédalo, por Axel Chacón Árcega

Imagen: Axel Chacón Árcega

Ingenioso creador de Grecia,
copa desbordada de inteligencia
que cumplía caprichos de los reyes,
construía palacios, esculturas y muelles.
Pasifae le rogó por una vaquilla,
él lo hizo a la perfección;
dos ojos, una cola, cuatro patas.
de la vaquilla y un toro salvaje,
nació minotauro feroz
y Minos ordenó un laberinto,
infinito hasta la eternidad;
también una temible amenaza de muerte.
Dédalo abandonaba Creta a su suerte,
en uno de sus sueños
la Princesa Ariadna divisó visiones a lo lejos
y le ordenó al artífice
que los enmarcara para la eternidad,
en un disco espiral
con signos por delante y por detrás.
Y nuevamente demostró su ingenio y virtud.
La corte sagrada lo acusaba de asesino:
“Mataste a tu sobrino Talos”
Él tuvo que huir con su hijo hacia Creta.
En el angustioso recorrido
su hijo cayó al mar y él se lo comió.
Él no tuvo tiempo para gemir y llorar;
se casó con Sikelia y vivió diseminando
su propio futuro.
Ingenioso supremo artíficie.
Los planos hechos a la perfección,
la elocuencia de números,
el resorte para suplir los ojos de la vida,
todo era una inocente flecha en tránsito,
sueños que toman cuerpo en silenciosa tentativa
de lucidez y muerte.

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